sábado, 22 de noviembre de 2008

El agua bendita y el mueble

¿Dónde la pongo?-pregunté cuando me regalaron el agua bendita en botellita de plástico. Fue a parar al mueble del comedor, ese que quiero tirar porque ya no lo puedo ver más. Martín jugaba a “la tiris” que es un juego con cartas que se tiran al aire. Yo descansaba en mi habitación luego de un agitado día de trabajo. En un momento mis oídos no podían creer el estrepitoso ruido, tremendo… Se mató-pensé. Me levanté lo más rápido que pude, gritando corrí hacia el comedor, y qué ví… la alzada del mueble tirada, y todo desparramado por el piso: el equipo de música, los cds con las cajas destruidas, adornos, velas, sahumerios…un completo desastre, pero Martín vivito y coleando. Yo no paraba de gritar, más por el susto que por otra cosa, no podía creer lo que había ocurrido y que no tuviera un solo rasguño. Martín lloraba asustado por mis gritos de loca. Te vas a tu habitación, ya mismo, y no salís de ahiii!!!!!!!! En medio del desastroso panorama, empecé a levantar las cosas de a poco y a comprobar el nivel de rotura. En silencio imaginé como podría haber quedado mi hijo y le agradecí a Dios que se le ocurriera saltar antes de que se le cayera todo encima. Tratando de reconstruir todo, encontré un florero de vidrio roto, muchas cajitas de cds para tirar, el equipo de música (todavía no sé si funciona), pedazos de unas cositas de cerámica que había hecho Martín en el taller, y lo que más me dolió: unos palitos de madera rotos del sillón provenzal que tengo de mi niñez. Finalmente, iba a levantar la alzada, cuando ví que debajo de uno de sus bordes, asomaba algo que el mueble estaba aplastando. Me agaché para ver mejor y ¿qué era?… la botella de agua bendita.

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